La educación siempre da de qué hablar. Recientemente el Instituto Nacional para la Evaluación Educativa (INEE) ha publicado el estado que guarda la educación en México. Lo hace con dos premisas: La primera por ser un mandato desde su formalización y la segunda para tener pleno conocimiento de las fortalezas y debilidades del sistema obligatorio de enseñanza en nuestro país.
El INEE a pesar de que fue creado en el sexenio de Vicente Fox no había tenido independencia plena por intereses partidistas y sindicalistas; ahora que la tiene, publica diagnósticos, que si bien no son nuevos, sirven para refrescar la memoria e interés de autoridades, estudiosos y docentes.
Por la información que maneja el estudio y sus motivaciones, se hace evidente que la educación nacional no debe estarse reinventando con cada sexenio, y sí en cambio, retomar los diagnósticos válidos y dar continuidad a la calidad que durante años se ha prometido y que aún sigue en deuda.
Por ejemplo, no puede ser posible que más de tres mil estudiantes de bachillerato abandonen las aulas en el país y que sigamos divagando en sus causas; además con la tendencia a agravarse. Tres mil alumnos en desersión equivalen a una escuela al día. Es un dato terrible para el México que nos han prometido y queremos lograr.
Otros datos, no nuevos y de poco avance, son que muchos adultos no concluyeron sus estudios y los esfuerzos que se hacen por lograr que terminen un nivel son insuficientes y erráticos, con todo y que en la historia colimense se levantó bandera blanca en alfabetismo.
En Colima, casi el cuarenta por ciento de los alumnos que inician primaria no terminan bachillerato y cerca del cuarenta por ciento presenta serios problemas para comunicarse y realizar operaciones básicas. Veinticuatro de cada cien logra titularse.
Si queremos cambios serios en Colima, empecemos por desmitificar: La organización escolar, el concepto de calidad, las escuelas de talentos, el tiempo efectivo de clases y la rentabilidad electoral. De lo contrario la deuda social seguirá vigente.